El Vuelo del Panadero y el Soplido Divino.

EL VUELO  DEL PANADERO Y EL SOPLIDO DIVINO


EL VUELO  DEL PANADERO Y EL SOPLIDO DIVINO

Cuando te sumerges en tu consciencia, anclado en el ahora, la magia se plasma, se muestra.

Y el niño, tu niño, trae a tu memoria escenas olvidadas por tu adulto, donde la magia te guiaba.

Ese niño estaba conectado con los mundos sutiles. Los vivía, los plasmaba en su ahora. 

Tú lo olvidaste al crecer. 

Habías guardado sus secretos en el cofre de las  siete llaves, que hoy regresaron para ti. 

Hoy recordé. Hoy  llegó el momento de recordar: recordar y revivir, en este ahora, en sublimación de planos, la fascinación que me despertaban los “panaderos” o dientes de león.  

Corría a buscarlo, a cortarlos y soplarlos al viento. Y al hacerlos rozaban mi nariz, mis pestañas, brindándome luz.

Crecían a diario en mi vereda: los cortaban y deshacían de ellos por ser maleza, y al otro día volvían a aparecer. 

Hoy se que lo hacían para mi. Hoy me lo mostraron. Porque hoy DEBÍA verlos.

Los encontraba por doquier, para ser soplados al viento. 

Para ser soplados por mí, porque debía hacerlo, por misión. 

Hoy lo recuerdo.

O venían ellos a mi, desde el aire. Desde algún lugar, cayendo suavemente en mi: a mi lado, en mis manos, en mis largos cabellos. 

Y yo quedaba maravillada, extasiada, y mi cabecita volaba y se iba a tierras lejanas. 

Siempre volaban a mi derredor. Para mi, me buscaban. 

Hoy, lo recuerdo.

Me abstraía por horas, mirándolos, observando ese vuelo tras la ventana. Observaba mundos, planos, magia. 

Hoy lo recuerdo, porque debo recordar…

Me obnubilaban  la luz que despedían. Le “veía “ luces. 

Me gustaba, como siempre, los que floraban caían en mis manos, suavemente, y esperaban que yo los soplara. Y tejíamos un circuito, un símbolo. 

Hoy puedo llamarlo así. Solo hoy.  Antes era solo el hacer necesario. 

Querían mi soplo. 

Hoy recordé. 

Hoy debía recordar.

De adulta, en el hoy, repetí esa sensación con sus imágenes. Siempre las colecciono. Como autónoma, las guardo. 

Y, al verlas, me emociono. 

Y me voy.., me voy feliz, a algún lugar, dejando una sonrisa en mi rostro. Mientras tanto. Mientras vuelvo, a mi espera.

Hoy, al encontrarme con un escrito de hadas, mencionando que los “panaderos” o dientes de león eran el hogar de las Hadas… recordé. 

Porque hoy debía recordar:


- Debía recordar mi vivencia con ellas, al igual que con los ángeles.

- Debía recordarme niña y el actuar con ellas.

-  Debía recordar, la conexión desde otras vidas, con ellas, con su mundo y miles más. 

- Desde esa niña que ejercía la conexión plena. Que aún hoy la ejerce. Que hoy me reclama ejercerla nuevamente.

 

Hoy debía recordar. 

Hoy era el momento. 

Hoy es ESE momento, de ser quien en verdad soy, con ellas a mi lado. Ambas y yo.

Hoy, que mi niña puede ser niña, porque soy ese adulto que la cuida y sostiene, se manifestó. Así, simple e inocente, con magia: como lo hacen los niños. Como lo hacía yo.

Me mostró parte de lo que guarda para mi, cuando yo le permito ser, simplemente por ser adulta y no niña herida. 

Cuando decidí ser quien yo soy, ella también pude ser quien ella es. Quien siempre fue. Quien el.

Cuando yo me ejerzo con responsabilidad plena por el todo, ambas SOMOS QUIENES DEBEMOS SER.

Hoy, una parte de esa magia se hizo llave en mi, y me abrió ESA PUERTA, la que me lleva a ellas, a ambos mundos y a otros mundos más.

Y las “veo”: como niña y desde sus otros mundos. 

Hoy me lo permiten ellas. Solo ellas me brindaron el acceso nuevamente ya que, finalmente, tras un arduo y largo caminar, me emplazo en mí, en quien yo soy, en la esencia.

Y la Esencia responde…haciéndome recordar, para ser.

Porque era HOY, SOLO HOY el momento para ser, desde ese ser.

Autor: Marcela Stachuza

Bendiciones


Marcela Stachuza.

www.rinconangelical.com


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